martes, 5 de mayo de 2020

“Nadie te castigará por tu enojo, tu enojo se encargará de castigarte.” – Buda





No podemos evitar sentir odio, rabia o rencor por otra persona. Se trata de un tipo de emoción que se halla en nuestros corazones. Sin embargo, es nuestra tarea todos los días, intentar reconducir todo esto para evitar que nos ahoguemos en un mar de energías negativas que solo pueden llenarnos de vacío y oscuridad. El enojo que hoy puedes sentir, solo funciona como un boomerang, que una vez que lo lances regresará a ti para hacerte mucho daño.

La vida no siempre nos pone en la mejor situación. De hecho, hay quienes consideran que la vida es una prueba, llena de altibajos que nos invitan a la reflexión de nuestra acciones para convertimos en mejores versiones de nosotros mismos. ¿Con qué finalidad? No estamos seguros, pero considerando que somos seres espirituales que estamos de paso en esta vida, es posible que se trate de una prueba que determinará qué rol tendremos en ese mundo espiritual en donde viviremos toda la eternidad.

Siempre tratamos de hacer las cosas bien, pero suele pasar que a veces ciertas personas terminan accionando de formas que nos sumergen en malos ratos que nos causan profundos sufrimientos. Cuando eso ocurre no miramos ni medimos consecuencias y solo queremos pagar mal con mal.


Pero claro, muchos de nosotros no llevamos a cabo esos malos pensamientos o malos deseos que muchas veces embargan nuestras mentes. Sin embargo, sí permitimos que estos actos contra nosotros o estos malos deseos, nos hagan sufrir y nos llenen de enojo.

El enojo, es una sensación y/o sentimiento que produce impotencia, que nos hace sentir débiles, que provoca una presión terrible en el pecho y absorbe todas nuestras buenas energías. Cuando consentimos este enojo, lo convertimos en odio, que luego se vuelve rabia e ira y que desemboca en una tragedia emocional y forja una espada de doble filo que corta a quien toca incluyendo a su portador.


No podemos decirte que está mal que sientas enojo. El enojo es natural, forma parte de nosotros mismos. Decirte que impidas enojarte es como pedirte que dejes de caminar sabiendo que tienes dos piernas fuertes y funcionales. Puedes enojarte, puedes odiar y puedes sentir rabia e ira por alguien más, nadie te castigará por ello, ni siquiera Dios. Y a esto es a lo que se refiere Buda con su frese.

Pero, dado que todo en esta vida obedece a causa y efecto, ese odio, o ese enojo te puede llevar a cometer alguna acción en contra de esa persona que te está generando el mal sentir o peor aún, te puede hacer accionar en contra de ti mismo, y el resultado puede ser algo de lo que luego te puedas arrepentir.

Y no hablamos de que te pueda pasar algo malo. La verdad es que podrías vengarte de esa persona y vivir feliz el resto de vida, pero ¿y tu alma? Como ser espiritual que eres es imprescindible que fomentes la tres “P” (perdonar, pedir perdón y perdonarse). Siempre que te sientas enojado apártate a solas y respira, medita y piensa en las tres P. Nada cambiará lo ocurrido, pero en tus manos está mantener tu alma pura. Sí, es difícil, pero sino lo fuera, el mundo sería otra cosa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario